lunes, 29 de diciembre de 2014

Don Pletórico

Decidí acabar 2014 leyendo poesía. Y la poesía hay que afrontarla con calma. Casi un mes para degustar 'Buenos días, don Pletórico', el segundo volumen de poesía de Paco Bello que mi pareja me había regalado hace ya algún tiempo (junto al primero, 'El olor del bosque ha roto mi computadora', que ya disfruté), y que siempre dejaba aparcado esperando una mejor oportunidad a cambio de alguna novela u otro tipo de lectura que me parecía más oportuna.


Paco Bello es, ante todo, cantautor. Conocerlo plenamente en esa faceta, como es mi caso, ayuda mucho a entender sus versos y a saber por qué nos habla de lo que nos habla, por qué se cuestiona lo que se cuestiona. Así que creo que es justo que todos aquellos que no tengan la suerte de conocer al Paco Bello cantautor tengan ahora mismo su primera referencia de él, y este es un buen ejemplo.



'Buenos días, don Pletórico' es una colección de composiciones cotidianas donde Paco Bello evoca un mundo que anhela, pero que es completamente utópico en nuestros días. Un mundo reflexivo y tranquilo, donde las prisas no tienen lugar, en el que podemos detenernos en la contemplación de las cosas pequeñas, de los detalles aparentemente insignificantes, que la vorágine del siglo XXI ha desplazado hasta casi hacer desaparecer. Un ejercicio de escritura honesta, con una poesía que también podría ser perfectamente narración, por su carácter enunciativo y descriptivo, con un verso libre que se adapta formalmente al contenido que nos trae: metáforas, bellas adjetivaciones e incluso transgresiones en la disposición habitual de los versos son herramientas habituales a lo largo de exactamente noventa y nueve poemas a los que merece la pena acercarse.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Un hombre de Almargen

Quizá me he permitido una licencia demasiado grande titulando así la reseña. No tengo nada contra mis paisanos de provincia de Almargen (todo lo contrario), pero me parece gracioso el juego de palabras. No hay ninguna segunda intención. Nada más.


Alexandre Postel es un novelista joven (32 años) que debuta con este interesante título en el que un profesor es acusado de posesión de imágenes pedo-pornográficas (es la denominación textual que se emplea, desconozco si fruto del autor o del traductor) y dispone de 213 páginas para demostrar su inocencia. Varias son las etapas por las que pasa, que son divididas en dos grandes partes: los días atroces y los días feroces.

Desvelo trama en el siguiente párrafo. Pasado el mismo se puede seguir leyendo.

Realmente, la inocencia o culpabilidad de North, que así se llama el personaje principal, no me ha parecido lo más importante del libro. La reflexión resulta mucho más profunda, llevándonos a interesantes aspectos sobre la complejidad del ser humano y sus relaciones con los demás, o la ausencia de ellas. North es un hombre viudo, que no ha vuelto a tener relaciones con mujeres, que apenas cuenta con vínculos familiares cercanos y que un día, de buenas a primeras, se ve metido en un berenjenal en el que no pinta nada, sin tener a nadie en quien apoyarse para salir adelante. Es casi obligado por su abogado a declararse culpable sin serlo, y es procesado y encarcelado, llegando a perder por momentos el control de sus actos. Cuando se descubre el error cometido por la justicia, quizá es demasiado tarde; North siente la aproximación de la gente, pero tampoco es el mejor momento para acogerla, y en el fondo, no es su condición, por lo que vuelve a sentirse marginado e incluso nuevamente culpabilizado. En mi opinión, queda tocado de por vida.

Tenía ganas de leer este libro desde que vi una mención que le hicieron en 'Página dos', el programa literario de La 2. Al contrario que en la inmensa mayoría de las ocasiones, no me importó saber un poco a lo que me enfrentaba, aunque naturalmente no profundicé. Sopesé la posiblidad de comprarlo, pero surgían siempre otros (mi presupuesto no es ilimitado por desgracia), y al final, sin tenerlo previsto ya a corto plazo, apareció en la estantería de novedades de la biblioteca y cayó en mis manos. Se lee rápido y a pesar de las constantes reflexiones y disertaciones, no me dio la impresión de un libro pesado ni demasiado denso. No parece una historia de un debutante, por lo que seguramente Postel nos depare nuevas e interesantes creaciones, a las que habrá que estar atento.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Roldán, ni vivo ni muerto

Sigo leyendo una por una y en orden cronológico todas las novelas que componen la serie del detective Pepe Carvalho. La decimonovena se titula 'Roldán, ni vivo ni muerto', y está publicada en 1994.


Por primera vez, se acompaña de viñetas a cargo de Antonio Font, y su extensión es más reducida si cabe que en otras entregas: apenas 170 páginas en la habitual edición de Planeta, con un tamaño de letra más grande de lo que se venía publicando hasta ahora.

Quizá los veinte años que han pasado hayan puesto una barrera demasiado grande en la comprensión de esta imaginaria persecución al exdirector de la guardia civil que Vázquez Montalbán nos propone. Uno de los primeros casos de corrupción que asoló al país (no entro en compararlo con los de ahora porque no había los medios que hay ahora, ni yo era hace veinte años el que soy ahora) es tratado por el autor de una forma semejante al asesinato de Kennedy, tirando del Carvalho más irreal y casi diría que hasta perdiendo un poco el norte en determinados momentos.

Solo para adictos al género y al personaje.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Un millón de goteras

Vaya por delante que en esta ocasión no voy a tener ningún reparo en hablar sobre argumento y cosas que pasan en el libro. No es lo habitual, y cuando lo hago, suele ser porque no recomiendo la lectura. Pero aun así, nadie puede decir que no esté avisado.



Mi amiga @Carmen_Quiros resultó agraciada con este libro en un sorteo y me lo recomendó. Pensé en comprarlo, pero al final ella pasó directamente a la acción y me lo regaló para mi cumpleaños. Inicialmente pensé que era una opera prima, ya que nunca había oído hablar del autor, y también, un poco por el título, que se trataba de una novela romántica, pero en ambas cosas estaba equivocado. Víctor del Árbol tiene ya unas cuantas publicaciones a sus espaldas, y 'Un millón de gotas' es un thriller ambicioso sobre maldad y venganza. Quizá ese sea el principal problema: que es demasiado ambicioso.

La novela comienza con un asesinato. Un niño de corta edad es ahogado en un río por dos hombres, uno de los cuales intenta evitarlo en el último momento sin que sea posible. Luego hacen su aparición los personajes principales: los hermanos Laura (madre del niño muerto) y Gonzalo Gil, y el inspector de policía Alcázar. El asesino del niño es a su vez torturado y muerto y Laura, que teme ser culpabilizada, se suicida. Con todo esto sobre la mesa, la presentación la podríamos calificar incluso como digna. Las primeras cincuenta o sesenta páginas auguran cosas buenas. Pero el autor empieza a intercalarnos consecutivamente el relato de estos hechos (que tienen lugar en Barcelona a partir de 2002) con otros que suceden en Moscú siete décadas antes: la vida de Elías Gil, el padre de Laura y Gonzalo, y su constante huida hacia adelante de todo y de todos. Y el ritmo de lectura comienza a romperse peligrosamente.

Sinceramente creo que la historia de 2002 por sí sola, sin referencias a los antepasados, habría tenido entidad propia para una novela buena y sólida. De hecho resulta muy prometedora la trama de la Matrioshka, que luego pierde toda la fuerza. Pero claro, habrían acabado publicándose muchas menos páginas. No sé si el problema era este, que por dictado editorial o por qué, había que hacer un libro largo. Y no entiendo esa tendencia de hacer libros largos (hablamos de 400 páginas en adelante) pensando que resultarán más interesantes que otros más cortos. No la comparto para nada. De hecho, cada vez huyo más de libros que superan dicha cantidad de hojas porque temo que me pasen cosas como la que me ha pasado aquí. Para llenar todo este espacio, y más cuando lo que se quiere es contar simultáneamente dos historias, hace falta tener mucha fuerza narrativa y construir un ensamblaje que sea capaz de mantener al lector sin necesidad de estar volviendo atrás las páginas para afianzar o recordar cosas. Y aquí esto no se ha conseguido.

Los personajes son todos demasiado malvados. No me parecen suficientemente caracterizados. A Lola, Javier, Patricia e incluso al pérfido Agustín González se les podría haber sacado mucho más partido planteándolo todo de otra forma. Solo hay uno que para mí muestra una línea positiva: el de Luisa, que se mantiene firme y leal a Gonzalo en todo momento, cualesquiera que sean las circunstancias. La única que me ha gustado y me ha parecido íntegra.

También pudiera ser que el problema esté en mí, no lo puedo negar. A mi amiga la novela le encantó. También es posible (y por eso me gusta llegar a los libros a ciegas) que sus palabras me pusieran una expectativa demasiado alta y yo me esperase algo con lo que disfrutara más. Respeto por supuesto a todo aquel que hable de 'Un millón de gotas' como una buena novela, pero yo siento no poder hacerlo. La forma de narrar de Víctor del Árbol no me ha llegado. Demasiada crudeza gratuita en ocasiones; diálogos planos y previsibles... Y para colmo, el ejemplar que me ha tocado en suerte contenía una serie de erratas de bulto (cosa que nunca me había pasado con la Editorial Destino) de esas que contribuyen a crear repulsión, lo que se une a todo lo anterior.

En definitiva, que me perdone Del Árbol y sus lectores, pero este no es más que un libro por el que pasar de puntillas.