Las opiniones que me han llegado sobre Murakami (que tratándose de mí no he dejado que sean muchas) han estado habitualmente expresadas en términos muy extremistas. O lo consideraban un maestro o casi lo denostaban por no ser capaces de entenderlo. El tan ansiado término medio no aparecía por ninguna parte.
Por mi parte, se trata de un autor que me suscita mucha curiosidad, y como ya expliqué aquí mismo en la reseña de 'De qué hablo cuando hablo de correr', andaba pensándome si seguir aproximándome o no a su obra. Finalmente he decidido dejar a un lado el orden cronológico que por pura manía me suele gobernar en estos casos y me he propuesto una acercamiento muy paulatino, de menos a más. De esta forma, he optado por leer una colección de breves relatos que Tusquets ha editado recientemente en España, titulada 'Después del terremoto'.
Puesto que el libro deportivo que cito más arriba no deja de ser una especie de biografía, esta es pues la primera incursión que hago en la ficción propiamente dicha del autor japonés, que nos trae seis historias muy diferentes con un único nexo en común: tienen lugar poco tiempo después del tremendo terremoto que asoló la ciudad de Kobe en 1995, y que se cobró más de seis mil vidas. Este suceso lleva a la desaparición a algunos personajes; deja una profunda huella en otros (que en ocasiones los conduce a un estado próximo a la locura); e incluso hay casos en los que no deja de ser una mera excusa. Pero siempre está ahí.
Unos relatos me han gustado mucho ("Tailandia" y "La torta de miel" sobre todo) y otros menos ("Todos los hijos de Dios bailan"). Pero mi conexión con Murakami y con su, en mi opinión, innegable talento, es incuestionable tras esta lectura. Me gusta mucho cómo narra, cómo logra ser muy descriptivo sin perder la capacidad de sugerir un montón de cosas a la vez. Me gustan esos ambientes particulares que crea, me gusta la vida con la que dota a los personajes partiendo de escasos trazos, y por encima de todo, me gusta que sus aventuras no tengan final. Porque al menos estas no lo tienen. Todo queda en suspenso, de tal forma que ese miedo a hablar demasiado que siempre suelo tener al escribir las reseñas se atenúa completamente en su caso.
A pesar de esa libertad, no voy a contar mucho más de lo que ya he contado. No me gustaría a mí también cometer el error de encumbrar a Murakami sin apenas haber leído nada de su obra. Sí que recomiendo el libro, tanto para quien esté en la misma situación que yo y tenga dudas de si acercarse o no al escritor nipón por lo que dicen de él, como para quien no ha sido capaz de afrontar sus obras más densas y quiere darle una segunda oportunidad.
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