Tsukuru Tazaki es el chico sin color. Pero no esperéis que yo os explique por qué: tenéis que leerlo. Habéis de ser vosotros mismos los que os adentréis en esta maravillosa novela de Murakami para descubrirlo, porque merece la pena.
Ya expliqué aquí hace no mucho, a propósito de la reseña sobre 'Después del terremoto', que esa colección de relatos podía ser un buen punto de partida para adentrarse en el universo del sempiterno candidato a Nobel japonés. Estando de por medio la recomendación de Peque y sus libros, y con ese buen precedente, decidí lanzarme también a 'Los años de peregrinación del chico sin color' en cuanto lo vi en la estantería de la biblioteca de Celia. Un acierto en toda regla. Y también un buen punto de partida para empezar a leer a Murakami (aunque sea su obra más reciente) y para conocer su inigualable atmósfera. He leído otros libros, de otros autores, después del último del que hablé por aquí, hace ya más de un mes, pero ninguno me cautivó tanto como para edificar una reseña completa.
Supongo que hace mucho el hecho de que me haya sentido muy identificado con el personaje principal de la historia. Tsukuru Tazaki tiene mi edad y es un tipo solitario, que disfruta de una vida plácida y aparentemente hecha, pero que sin embargo está lleno de miedos e inseguridades, albergando un concepto de sí mismo muy diferente a lo que los demás perciben. También hay un porqué para eso, pero tampoco os lo voy a contar. También tendréis que descubrirlo vosotros.
Todo lo que en la reseña anterior me pareció bueno de Murakami, aquí se repite y aumenta para mejor. Ha creado un canto a la naturalidad narrativa. Supongo que gran parte del mérito de esto corresponde también a la traducción: es esa eterna duda que siempre asalta cuando un libro en una lengua distinta al español me parece exageradamente bien escrito o exageradamente mal escrito. Quizá traducir del japonés permita una prosa más bella, o quizá (y sería lo más justo) el traductor es un simple intermediario que no tiene nada que ver. En cualquier caso, todo lo aquí contado se lee muy bien, muy fluido, y en consecuencia, se disfruta. Todo está perfectamente ambientado, es muy fácil hacerse una imagen concreta de los personajes porque siempre sabemos cómo es su pelo, sus facciones, lo que llevan puesto en cada momento, los gestos que acometen antes de hablar... Incluso para narrar los silencios (que mira que ya es difícil), el escritor nipón se pone el mono de trabajo y consigue acercárnoslo todo alcanzando hasta el más mínimo detalle. Como un maestro.
Es posible que Tsukuru Tazaki no tenga color, pero Murakami, en esta edición de la Colección Andanzas de Tusquets (que casualmente es la misma que edita a Petros Márkaris), a través de sus 314 páginas a las que da paso una cubierta llena de lápices, sí ha creado un mundo fabulosamente colorido y que tengo que recomendar, especialmente a personas sensibles y que disfruten con la experiencia de leer cosas bien contadas ante todo, sin que la acción predomine.
Aunque escogeré con tiento, me resultará imposible no seguir leyendo a Murakami después de esta maravilla. Incluso me resultará imposible no encumbrarlo.
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