miércoles, 4 de junio de 2014

De felicidad nada

Llegué a 'Momentos de inadvertida felicidad' por la recomendación de dos amigas que no tienen nada que ver entre sí. No fueron dos recomendaciones directas, pero sí dos manifestaciones en las que se deshacían en elogios hacia este libro: este tuit




y esta reseña (la reseña, por supuesto, no la leí de antemano, pero solo el título ya era bastante identificativo).

Así que destiné un dinero a comprarlo, porque no lo encontraba en bibliotecas ni de ninguna otra forma y estaba convencido de que iba a ser una apuesta segura.

Pero no.

Que conste que no culpo para nada a ninguna de mis dos amigas, ni espero que se me reboten si leen esto. Porque me suelo fiar de sus recomendaciones y seguiré haciéndolo, porque en muchas otras ocasiones (y este blog contiene ejemplos) sí han acertado. Pero con Piccolo y sus excentricidades, la verdad es que no.


No voy a decir tampoco que el libro no me haya aportado nada, porque no es así. Hay determinados pasajes en los que me he identificado con él o en los que he apreciado un grado de creatividad bastante alto (por ejemplo, las dos o tres páginas del final). Pero el problema es que han sido demasiado pocos. Y que en la mayoría de los restantes, de los habituales, no solo no me quedaba indiferente, sino que llegaba a molestarme tener que estar leyendo una serie de cosas tan alejadas por completo de mi interés, una sensación sin duda nada agradable y que no había experimentado de forma tan marcada últimamente con esta afición tan maravillosa, que yo recuerde. Hay muchos localismos, muchas alusiones a motivos culturales de los que jamás había oído hablar, mucho egoísmo desatado y mucha sensación de batiburrillo en determinados momentos. Y es que en el fondo el libro es eso: una enumeración sin ton ni son de esos momentos que para el autor son de inadvertida felicidad, que surgen de la forma más inopinada y que lo subyugan hasta el punto de hacer literatura con ellos. Decisión que además le ha resultado sumamente exitosa. No hay una distribución por capítulos, no hay un orden preestablecido, no hay un principio ni un final. El libro puede leerse de atrás hacia adelante, solo por determinadas partes, o de cualquier forma. A pesar de ello, y como casi siempre en estas ediciones de Anagrama Compactos, recomiendo encarecidamente no leer la contraportada.

En defintiva, un libro que no puedo recomendar, pero no me queda el mal sabor de boca de incitar a la "no lectura" con ello, porque ya lo han recomendado sobradamente mis amigas, y tiene que haber de todo en la vida, por supuesto que sí.

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