viernes, 29 de marzo de 2013

Invierno ártico

Uno de los más gratos descubrimientos que he realizado últimamente ha sido sin duda el de Arnaldur Indridason. Me topé con este escritor islandés de novela negra a través de un tweet de @VilaSilva, que le realizó personalmente esta entrevista, que no leí en su día por temor a los destripes (spoilers como los llamáis vosotros) y que sí he podido acometer ahora, una vez devoradas las cinco novelas de Indridason que hasta la fecha hay traducidas al español.

He tenido la suerte de poder leerlas todas cronológicamente y gracias a las bibliotecas más cercanas a mi casa. Empecé por 'Las marismas', allá por el mes de octubre: me pareció una auténtica novela negra, en el más puro sentido de la expresión que los españoles hemos ideado para denominar a este género. Los hechos salen a la luz de forma descarnada, sin reparar en un maquillaje que pudiera abrir quizá un poco más su espectro de lectores. Indridason (o su traductor, quién sabe) cuenta lo que hay, sin medias tintas. Quien lo lea debe saber que no va a encontrar contemplaciones al respecto. Y en esta primera novela me dejó un sabor un tanto sórdido, pero me gustaba. Era preciso seguir profundizando en él.

Voy a seguir desvelando trama, aviso.


Así, un par de meses después, me hice con 'La mujer de verde'. A través de su inspector Erlendur Sveinsson y de sus ayudantes, Elínborg y Sigurdur Oli, Indridason se sirve de esta novela para darnos a conocer un poco de historia sobre su pequeño país. Uno de los sucesos que más me llama la atención es sin duda el del gasómetro de Reikiavik, lugar en el que numerosas personas se reunieron para practicar sexo de manera desenfrenada coincidiendo con el paso del cometa Halley, bajo la creencia de que podía llegar el fin del mundo.

Las dosis de violencia son aún más explícitas en 'La mujer de verde', al tratar también el tema de los malos tratos. Y ya se define claramente la estrategia narrativa de Indridason, retrotrayéndonos en el tiempo constantemente de tal forma que la investigación en curso queda muchas veces en un segundo plano, devorada por la historia previa de los hechos.


En pasar de la segunda a la tercera lectura de este islandés tardé menos tiempo que el que empleé en ir de la primera a la segunda. 'La voz' me esperaba en la estantería y no dudé en acometerla con la esperanza de volver a la novela policiaca que me gusta de verdad, toda vez que hacía unos días me había aburrido mucho con 'Cosecha roja' de Dashiell Hammett, del que muchos hablan como el padre de este género, pero cuya obra me pareció algo más cercano al western que a otra cosa. Y lo conseguí. 'La voz' me pareció una narración absolutamente sublime. Absorbente de principio a fin, intrigante en grandes dosis y sin tanta necesidad de explicar hechos lejanos en el tiempo como la que había tenido lugar en las dos anteriores. Llega la Navidad, y un Papá Noel es asesinado sin miramientos en un hotel. Erlendur acabará instalándose en él para investigar el crimen y alternará esta labor con una constante introspección que le llevará a replantearse su solitaria situación y las desavenencias continuas que sufre en la relación con sus dos hijos, Eva Lind y Sindri Snaer. Erlendur, además, conocerá de nuevo a una persona que le hará tener sensaciones parecidas al amor: la enfermera Valgerdur, una mujer casada que colabora en la toma de muestras que intentan ayudar a esclarecer la muerte.


'El hombre del lago' es la cuarta entrega. Me costó un poco más hacerme con ella, ya que tardaban en devolverla en la biblioteca. Me pareció el libro menos interesante de la saga. El hallazgo de unos huesos en un lago cercano a Reikiavik, que aparecen gracias a una oportuna bajada de las aguas, sirve de excusa a Indridason para transportarse en el tiempo a la época de las juventudes hitlerianas, que también reclutaron efectivos en Islandia, y para dar su particular visión sobre ello. Paralelamente, la investigación de las posibles personas a las que podría pertenecer ese esqueleto llevarán a Erlendur a explayarse más de lo debido con algunas cuestiones, causando la desesperación de sus ayudantes.

Y llegamos por fin a 'Invierno ártico', la que acabo de terminar, y que esperaba con ansia poder leer. Y no sé si es porque el listón lo puse demasiado alto, o porque la lectura de los primeros capítulos me pareció realmente interesante, pero en conjunto, el sabor de boca que me ha dejado no ha terminado de superar a 'La voz', pese a ser una historia mucho más actual (y eso que el original en islandés data ya de 2005).
 

El comienzo nos arroja en mitad de un bloque de apartamentos en el oscuro enero islandés, con un niño asesinado y tirado en el piso, casi congelado. Sus rasgos asiáticos hacen centrar a los policías su investigación en todo momento hacia un posible origen xenófobo del suceso, por lo que esta cuestión es presentada a debate constantemente. Y al mismo tiempo, Erlendur investiga la desaparición de una mujer tras el adulterio de su marido, lo que llegará a obstaculizar su trabajo hasta un límite desconocido...

Un aspecto muy positivo que tienen los relatos de Indridason es que no es necesario leerlos cronológicamente. Yo sí lo he hecho así, por manía más que otra cosa, pero las cuestiones que tienen relevancia en futuras novelas son siempre rememoradas con una buena dosis de detalles por parte del autor. Así que recomendaría empezar por 'La voz' y luego seguir por 'Invierno ártico', para pasar después a 'Las marismas'. Las otras dos son más prescindibles y pueden llegar a aburrir un poco a los que no sean fervorosos del género.

Me quedo esperando con ganas una nueva traducción: son ya diez las novelas originales que Indridason tiene publicadas con Erlendur como protagonista.

jueves, 21 de marzo de 2013

Bibliotecario con café con leche

Suelo escuchar un programa de radio llamado Planeta biblioteca, creado por bibliotecarios de la Universidad de Salamanca, ex colegas con inquietudes y ganas de acercar las bibliotecas a la sociedad que se embarcaron hace unos años en hacer un programa de radio aprovechando la facilidad que dan las tecnologías existentes hoy en día. Y no les queda nada mal.

Una de las iniciativas que tuve la oportunidad de conocer gracias a ese programa es la del "bibliotecario con café con leche".
















Por medio de esta curiosa idea, Jesús, un bibliotecario que trabaja en la Universidad de Albany, en Estados Unidos, acude periódicamente con su portátil a diferentes cafeterías cercanas al campus universitario, o situadas incluso dentro de él, habiendo avisado previamente, con el fin de que cualquier estudiante se le pueda acercar para consultar cualquier duda o hacer cualquier cuestión relacionada con el servicio bibliotecario y su funcionamiento.

Sin duda una ingeniosa manera de hacer extensión bibliotecaria y de llevar esta institución donde están los usuarios. Como era de esperar, está teniendo mucho éxito.

Aquí la explicación completa de cómo se lleva a cabo todo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Los presidentes en zapatillas

Vi este libro en la estantería de novedades de la biblioteca y decidí hacerme con él, a pesar de que mi predisposición hacia la lectura de cuestiones políticas no es la más adecuada en estos momentos, en los que, como la mayoría de las españoles, mi descrédito hacia este estamento es muy elevado.



'Los presidentes en zapatillas' está escrito en 2010 por Mª Ángeles López de Celis, una mujer que ha estado durante más de treinta años en la secretaría de la Presidencia del Gobierno, y que por lo tanto, ha trabajado codo con codo con los cinco primeros presidentes democráticos de este país, desde Adolfo Suárez hasta José Luis Rodríguez Zapatero.

Dedica un capítulo a cada uno de ellos para ir desgranando un perfil basado en sus impresiones y en el trato recibido, sin ningún rigor periodístico, mezclando los hechos estrictamente políticos con alusiones muy personales referidas tanto a los propios presidentes como a sus esposas e hijos, y el resultado es una obra bastante fácil de leer, sin tecnicismos, sin complejos análisis, que acerca la política al ciudadano de a pie y que en mi caso particular me ha permitido conocer algunas cuestiones que inevitablemente forman parte de la historia de este país y que no tenía muy bien delimitadas en el tiempo, especialmente respecto a cosas que no llegué a vivir.

Husmeando por Internet, he podido comprobar que se produjo un gran revuelo mediático con su publicación. No sé si es porque las cosas han cambiado ya mucho aunque hayan pasado solo dos años y medio (otro presidente, otros problemas en el país...), pero en mi opinión no es para tanto. Es evidente que la autora tiene sus preferencias políticas, y que aunque no las pregona, tampoco las oculta, por lo que quizá esa falta de neutralidad sí puede molestar a los que salen peor parados en la narración. Pero no creo que hasta el punto de levantar ampollas o de que se pueda llegar a pensar que se ha hecho con la intención de ofender a alguien. No estamos ante un texto con apariencia de prensa del corazón, ni mucho menos, por más que se recree en determinados detalles "de alcoba"; el centro de lo que se cuenta lo ocupan en todo momento los sucesos en el país.

En definitiva, 260 páginas que pueden ser interesantes para todo aquel que tenga una curiosidad no demasiado honda sobre lo que hasta hoy ha venido suponiendo ser Presidente del Gobierno en nuestra nación.

martes, 12 de marzo de 2013

Préstamo no gratuito de libros

"No sé hasta qué punto la sociedad española comprende la importancia de las bibliotecas como centro de información y de acceso a la cultura", dice el final de este artículo que se puede leer aquí sobre el futuro que espera a las bibliotecas en España. 

Pues es obvio que la importancia que se le da es nula. Pero no ya por parte de la sociedad, sino por parte de la clase política. Los planes culturales en estos tiempos no existen. No es casual el hecho de que el Ministro de Cultura (aparte de serlo de Cultura y de muchas cosas más) sea el señor Wert, que ya no puede disimular por más tiempo que está puesto ahí para destruir cualquier atisbo de modelo que permita a las personas desarrollar sus propias inquietudes culturales.

viernes, 8 de marzo de 2013

El enredo de la bolsa y la vida

El blog de @Biblioteca_UMA, proyecto que tuve la suerte de cofundar el año pasado, ha tenido a bien pedir mi humilde colaboración para reseñar una obra literaria.

He aquí el resultado que ya ha allí. Un honor.

Los aficionados al peculiar personaje con dotes detectivescas creado por Eduardo Mendoza estamos de enhorabuena. Tras haber sido sorprendidos por su aparición hace ya más de tres décadas (¡cómo pasa el tiempo!) en El misterio de la cripta embrujada (1979); haber disfrutado de su pronta consolidación en El laberinto de las aceitunas (1982); y haber asistido a su resurgimiento con La aventura del tocador de señoras (2001), ahora podemos  regocijarnos con El enredo de la bolsa y la vida (2012), donde nuestro compañero de lecturas ha madurado y se adapta a la complicada coyuntura actual.

Fuera ya del sanatorio mental en el que llevó a cabo sus primeras peripecias, y en situación de prolongado malvivir, nuestro protagonista se encuentra con una invitación para asistir a la proclamación como honoris causa del doctor Sugrañes, médico que lo trató en su reclusión, lo cual le llena de satisfacción. Allí se encuentra con Rómulo el Guapo, un viejo compañero de fatigas, que le propone un interesante y clandestino negocio. Pese a su resistencia inicial a aceptarlo, acabará viéndose envuelto en el fregado de seguir la pista de un profesor de yoga, y para desenvolverse con soltura en él tirará de diversos individuos con enorme capacidad de movimiento en el submundo que habitan, a los cuales llama, de hecho, “profesionales acreditados”, entre los que se encuentran un timador denominado ‘el Pollo Morgan’, un mimo africano llamado Kiwijuli Kakawa, pero al que todos conocen como ‘el Juli’, y personajes de similar calaña que se les irán uniendo circunstancia tras circunstancia.

Si bien resulta siempre un poco injusto e irreal establecer comparaciones en este sentido, especialmente cuando estamos hablando de una saga de novelas que se prolonga ya por espacio de tantos años, con todos los cambios que ello conlleva en la forma de vida de las personas, quizás (es una opinión muy personal) El enredo de la bolsa y la vida supere ligeramente el nivel alcanzado por sus otras tres novelas del detective. La historia parece haber sido considerada de una forma mucho más oportuna, a lo que ayuda sin duda su contextualización en la actualidad de un país en crisis, lleno de bazares chinos como el de Lin Siau o de establecimientos de hostelería decadentes como ‘El rincón del gordo soplagaitas’ o ‘Se vende perro’. Esta plena situación de la narración en nuestros días se remata, además, con peculiares referencias a la actualidad política en cuyos detalles no entraré, con el fin de mantener la sorpresa en el lector.

Otro foco de atracción que la serie mantiene en todo su esplendor en esta cuarta entrega es el estilo absolutamente hilarante. En la peculiar forma de escribir de Mendoza, llena de una especie de prosopopeya humorística que resulta plenamente apta para todo tipo de público y que permitirá aprender vocabulario a espuertas a cualquier persona con un mínimo de interés en el particular, reside gran parte del éxito de estos libros. Hace unas semanas tuve la oportunidad de ver en la televisión una entrevista al autor con motivo de la publicación de esta novela, y era curioso comprobar cómo se quejaba, con un punto de amargura, de que sus novelas serias (puso como ejemplo Mauricio o las elecciones primarias, publicada en 2006), lejos de tener una repercusión similar a la que nos ocupa, se encontrasen tristemente abandonadas en el balance general de su obra.

En definitiva, una novela muy recomendable, tanto si se ha leído alguna de las otras tres como si se quiere empezar por ella a profundizar en las vicisitudes de este cutre y mísero investigador, y de camino, disfrutar de 17 capítulos y 267 páginas de buena y divertida lectura. 

Puedes encontrarla en la Biblioteca, junto con más obras de este autor.

jueves, 7 de marzo de 2013

Fin de Grey

Algunos me dirán que el fin es solo por ahora, que puede que salgan más entregas. Pero no. Para mí Christian Grey tendría que haber finalizado para siempre. Si leo (caso de que se produzcan) alguna de sus entregas sucesivas será o bien porque he olvidado esto que estoy escribiendo ahora, o porque soy tan empedernido lector que no tengo remedio.

Voy a destripar argumento a mis anchas desde la siguiente línea ya. Aviso con tiempo.

Sé que escribí aquí sobre la primera entrega después de leerla, y que (aunque no voy a volver a leer lo que escribí) tenía un cierto pase. Y sé que también escribí, aunque mucho más brevemente y mucho más desencantado, sobre la segunda. Ahora, sobre la tercera, no puedo decir nada positivo, porque no me ha gustado nada, y la he leído por una obstinación que, como antes he dicho, es irremediable en mí cuando se trata de leer libros.

Tenía una secreta esperanza, y es que todo acabase con Christian Grey sumido en la más absoluta de las ruinas. Pidiendo por las esquinas. Desahuciado. Me daba exactamente igual su destino amoroso, se me daba una higa si el enésimo latigazo hacia Anastasia iba en la nalga o en la teta. Fruncía el ceño de hecho ante tal posibilidad, saliendo de mí el perverso que llevo dentro.

Pero no. Por desgracia no es así. Grey sigue siendo acaudalado hasta el fin de los días que por ahora conocemos de él. Y además se ha perpetuado.

Lo único que de verdad me ha impactado y me ha resultado muy muy curioso de este tercer libro es la presencia de un futbolista de la liga española. Sí, como suena. Es una referencia muy breve, pero es él. Los muy aficionados, y los muy friquis, recordarán a un portero norteamericano que militó en el Rayo Vallecano durante dos temporadas a principios de este siglo XXI. Tenía un preocupante principio de alopecia y se llamaba Kasey Keller. Compartió sus minutos con Lopetegui casi a iguales. Era (con el permiso de Todocoleccion, a los que le robo la foto) este sujeto.



De eso, como digo, hace más de una década. Era difícil, incluso para mí, que me paso mucho tiempo matando el rato mirando cosas antiguas de fútbol, que este tipo volviera a la cabeza de algún aficionado al fútbol español. Y sin embargo, ahí estaba E. L. James, capaz de conseguir esa proeza. Aquí está la prueba irrefutable.


Por lo demás, como digo, deseando que las 650 páginas pasasen rápido y una vez que ha sido así, deseando embarcarme ya en la próxima lectura.