lunes, 29 de octubre de 2012

Grey

Por norma general, no tengo un muy buen concepto de los libros de superventas (llamados por el común de los mortales 'best-sellers'). Suelen responder todos a un patrón común en el que prima, como rasgo fundamental, una calidad literaria sacrificada en favor de un componente adictivo que haga que cueste soltar el libro, aderezado todo ello con un buen número de páginas vacías de contenido por exigencias de la editorial. Por ello, rara vez he disfrutado con alguno como lo he hecho con otros libros que no conocía casi nadie.

En este contexto, llega a mis manos la oportunidad de hacerme con la trilogía de Grey, de la cual no creo que a estas alturas haga falta que dé explicación alguna (por ello hablaré del argumento con total libertad, aviso). @zurisuna tenía muchas ganas de leerla y tras algunas dudas decidí regalársela entera, buscando en parte una especie de expiación porque son muy muy contadas las ocasiones en las que tengo detalles de este tipo con ella.



Acometo el primer libro haciendo un gran esfuerzo por librarme de los prejuicios que, en esta ocasión de una forma totalmente inevitable, asomaban a mi cabeza. Las páginas pasan bastante rápido, la capacidad de atracción de la que hablaba antes está presente, y ello por sí solo se basta para despertar bastante interés. La traducción posiblemente resulte muy mejorable en no pocas ocasiones (frunzo el ceño ante esto), cosa que me repatea cuando leo a un autor extranjero; la verosimilitud del relato brilla por su ausencia en ciertos detalles referentes sobre todo a Anastasia, la protagonista femenina; la prepotencia de la que Grey hace gala me irrita profundamente... pero a pesar de todo ahí sigo, bastante pendiente de esta primera entrega.

Soy consciente de que estos libros están llegando a ser lo que son por el sexo explícito que muestran. El resto es una historia perfectamente común, que cien mil novelas románticas más contarían de una forma muy parecida: el flechazo y el posterior cortejo. No hay mucho más. Y sin embargo, a mí personalmente me habría atraído mucho más esto mismo contado sin tanto sexo explícito, sin tantos detalles concretos y sin tantas escenas consecutivas de folleteo, que en determinados momentos llegan incluso a abrumar. Uno acaba por leer casi por encima la enésima penetración y prefiere correr para llegar rápido a lo que pasa después, al intercambio de correos electrónicos, a las reflexiones interiores de Anastasia (que están mucho más logradas que sus actitudes sexualmente intrépidas pese a su completa inexperiencia) y a las pequeñas dosis que pueden dejar entrever las razones que llevan a Grey a ser como es y a actuar como actúa. Y el final del libro, una vez más, me sorprende, y encierra un momento que me ha parecido especialmente interesante y cuya esencia no está nada alejada de uno de los grandes problemas que siempre han rodeado a las relaciones de pareja.

Este primer libro de Grey, según dicen, ha conseguido acercar a la lectura a mucha gente (supongo que especialmente mujeres, aunque destierro totalmente la idea de que determinada literatura pueda interesar más a un género concreto, porque es uno de esos miles de tópicos que por supuesto tampoco son ciertos), a buen seguro por ofrecer cosas que en este escenario no muchos autores se habían atrevido a ofrecer hasta ahora. Pero en la interpretación que va más allá, en esa a la que siempre intento llegar (aunque pocas veces lo consigo) para que la cosa no se quede solo en entretenimiento, muestra también alguna cosa que nos puede hacer pensar un rato, y que en mi caso, me resuelve ciertas dudas y me llevará con toda seguridad a seguir avanzando en las aventuras de esta peculiar pareja de tortolitos. 

En esta ocasión no ofrezco listado de bibliotecas para acceder al libro, ya que fueron el primer camino que tomé y que, en vista de las largas listas de espera, me llevó finalmente a comprarlo.

Son 540 páginas, la editorial que nos lo trae en nuestro país es Grijalbo, y por ahí arriba tenéis una fotografía. He tardado en leerlo cinco días, poniendo especial intensidad en el penúltimo.

Para terminar me gustaría dejar tres de las piezas de música clásica que se citan en el relato, las cuales desconocía y que me han parecido de una singular belleza (en clara muestra una vez más de que absolutamente todo nos puede aportar cosas interesantes). Esta primera, de Thomas Tallis, se titula 'Spem in alium', y dura unos diez minutos.



Las dos siguientes son más cortas y las interpreta el propio Christian Grey al piano en diferentes momentos.




martes, 23 de octubre de 2012

Literatura densa

Con ganas de salirme un poco de lo que venían siendo mis últimas lecturas, decidí adentrarme en la historia que el escritor malagueño Antonio Soler nos cuenta en 'Las bailarinas muertas', que había visto reseñado en uno de los blogs que recomiendo en este espacio, concretamente en 'Te quiero hablar de un libro' de @pequeherrera. Lo había visto reseñado pero no había leído con detalle la reseña, obviamente y como de costumbre, para acudir al libro sin saber nada. También tenía referencias de Antonio Soler gracias a los artículos que con frecuencia le leo en el Diario SUR, por lo que tampoco iba completamente a ciegas.

'Las bailarinas muertas' (1996), si no he deducido mal de la información que aparece en la contraportada (que desaconsejo totalmente leer antes de hacerlo con la novela), es la segunda obra del escritor, tras 'Los héroes de la frontera', y fue galardonada con el Premio Herralde en su día.

De no ser por la fiebre lectora que me invade, posiblemente no habría sido capaz de acometer en tan poco tiempo 'Las bailarinas muertas'. Se trata de un libro denso como pocos, cuya historia transcurre sin ni un solo punto y aparte a lo largo y ancho de las 250 páginas que la componen. Solo al final hay una pequeña separación, poniendo aparte una especie de apéndice que deja entrever un salto en el tiempo y da cuenta de algunos sucesos posteriores sin más. Desconozco por qué el autor no ha introducido las necesarias pausas, o si habrá sido cosa de la editorial Anagrama (aunque hace poco leí en una colección de formato similar 'Diario de Golondrina' y sí que las tenía). Podría haberlo hecho sin mayor problema, puesto que la acción que se narra no es tan continuada en el tiempo como para que pareciese abrupta una interrupción de vez en cuando. En cualquier caso, la lectura se hace bastante farragosa por este motivo, y la novela resulta muy dificultosa de seguir.



Salvando este artificio formal, nos encontramos ante una narración de verdadera maestría. Antonio Soler va mezclando sucesos acaecidos en dos escenarios diferentes (Málaga por un lado y Barcelona por otro) echando mano en todo momento de imágenes que se emparejan en ambos. En Málaga reside el protagonista, que cuenta la historia en primera persona remontándose a su niñez, y en Barcelona su hermano mayor, que emigra para poder cumplir su sueño de bailar y cantar en un cabaret. La soltura expresiva y la capacidad de engarzar los hechos hacen del autor un novelista de destacada factura, un literato en el más pleno sentido de la palabra, puesto que se apoya muy poco en el diálogo y mucho en la descripción para hacernos partícipes de lo que cuenta.

La historia es una historia de recuerdos, de despertares al mundo, de amoríos, de traiciones, de ilusiones y de falsas esperanzas. La parte de niñez me ha recordado un poco, salvando las evidentes distancias, a 'El camino' de Delibes. El relato que se desarrolla en el cabaret es quizá menos atractivo de leer, pero conserva también una cierta intriga hasta el final. 

El libro lo saqué de la biblioteca 'Narciso Díaz de Escovar'. Aquí está su entrada en el catálogo en esta y en otras bibliotecas municipales de Málaga y provincia, por si queréis haceros con él.

En cuanto a los datos técnicos, son exactamente 255 páginas y la editorial es Anagrama, como ya dije. He tardado en leerlo cinco días.

Os dejo también la reseña que hace mi amiga Reme en su blog 'Te quiero hablar de un libro', aquí. Ahora ya sí que la he leído completa.

Queda ante mí ahora el reto de enfrentarme a 'El camino de los ingleses'. Será en todo caso más adelante, ya que ahora necesito volver a variar de género.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un milagro bibliotecario

Vamos a inaugurar otro puñado de etiquetas en el blog con una noticia comentada, modalidad que también espero que acabe siendo un elemento bastante activo en este espacio.

Hay mucha gente que no sabe lo que es una biblioteca pública. Que posiblemente ni siquiera se plantee que algo así pueda tener existencia, con la paradoja de que muchas veces queda apenas a dos pasos de su casa. Y es cierto que, por lo menos en Málaga, la mayoría de las que tenemos presentan tales carencias a todos los niveles que uno muchas veces duda a la hora de divulgar sus beneficios. Pero las tenemos. Están ahí y también de sus usuarios depende que su existencia perdure y redunde en ayuda de todos.

El reportaje de este domingo pasado en 'El País', sobre la Biblioteca Pública de Guadalajara y su denodada subsistencia pese a la ola de recortes educativos y culturales que nos descabeza, pone en valor un elemento tan decisivo como la biblioteca pública, en tanto y en cuanto debe suponer ese eje vertebrador de la ilustración de los ciudadanos a los que asiste. Y lo traigo aquí, especialmente, porque es raro que la gente de a pie sustente una biblioteca en los tiempos que corren.

Puedes pinchar aquí para leerlo.

¿No somos todos un poco autistas?

No sé si será porque me invade una especial sensibilidad en mi situación actual, pero el caso es que he leído ya varios libros últimamente en los que me he implicado de una manera quizá excesiva, que me llegan muy profundamente, me tocan la fibra y en consecuencia me parecen grandes obras. El último caso ha sido 'El curioso incidente del perro a medianoche' (2004), del británico Mark Haddon, protagonizada por Christopher, un chico de 15 años que padece una extraña forma de autismo, la cual no resulta muy bien encajada por sus padres.
                                                                                                                                    
Este trastorno hace que se comporte ante los problemas de una forma... iba a decir diferente, pero tampoco creo que pueda ser tan diferente a la que puedan tener otras personas. Porque lo cierto es que leyendo a Christopher (el libro está contado en forma de diario que el propio niño narra en primera persona), uno se da cuenta de que todos tenemos mucho más de autistas de lo que pensamos. O al menos yo debo decir que me he sentido reflejado en muchos de sus empecinamientos y miedos (como el bloqueo que le suponen los sitios atestados de gente y de información) y en no pocas de las interpretaciones que hace respecto a la realidad (lo referente a la conveniencia de decir siempre la verdad y lo complejo que puede llegar a resultar, por ejemplo).

No quisiera (y será una constante siempre que haga comentarios acerca de libros, por eso serán comentarios y no reseñas al uso) extenderme demasiado en cuestiones particulares de la trama, porque en su aparente simplicidad encierra reflexiones bastante complejas y creo que es interesante ir descubriéndola de forma pausada por parte del lector. Sí me gustaría no obstante subrayar y transcribir literalmente un pasaje que, aunque podemos localizar ya al final de la novela, no desvela nada y, al mismo tiempo, es un buen ejemplo de esto que digo:

"Es mejor saber que una cosa buena va a pasar, como un eclipse, o que te regalen un microscopio por Navidad, que saber que una cosa mala va a pasar, como que te pongan un empaste o tener que ir a Francia. Pero creo que lo peor de todo es no saber si lo que va a pasar es una cosa buena o una cosa mala".

¿No firmaría cualquiera de nosotros una reflexión así?

Os invito a adentraros en la vida de Christopher y su entorno. Merece mucho la pena.

Bibliotecas donde se puede encontrar este libro en préstamo (pinchar sobre el nombre para acceder a la ficha):

Biblioteca de la Universidad de Málaga

Bibliotecas de Málaga capital y su provincia

Datos técnicos de la edición en que lo he leído:

253 páginas. Editorial Círculo de Lectores. Tapa dura.

Tardé en leerlo dos días.

Y muchas gracias a Alfonso por prestármelo y propiciar así su lectura.

lunes, 15 de octubre de 2012

Lectura


Una de las actividades que más me distrae actualmente de mis miserias es la lectura. Siempre ha sido una afición que me ha acompañado, pero nunca con tanta asiduidad como en los últimos doce meses, una vez que finalizó mi proceso opositor. En ese periodo he devorado casi medio centenar de libros, unos con mayor interés o habiendo sido buscados de forma más concienzuda que otros, pero sin descartar en general nada que cayera en mis manos.

Son varias las manías de las que vengo haciendo gala dentro de este entretenimiento. La primera y más importante es el hecho de no dejar sin terminar ningún libro que haya empezado. Ello me ha costado muchas veces tener que soportar momentos de un tedio considerable, pero al final siempre acaba mereciendo la pena. Terminar un libro que ha sido duro es vencer a la adversidad y es cobrar fuerzas y ganar moral para otros obstáculos que la vida pone en el camino. Así lo veo y por ello trato de actuar en consecuencia. Muchas veces, además, lo que amenazaba con ser insoportable se torna de repente en algo llevadero e incluso interesante, que de no ser por el propósito y receptividad iniciales, no acabaría descubriéndose nunca.

La segunda es dejar constancia de alguna forma de lo leído. Conlleva una disciplina que en estos días no tengo, y por ello no son pocas las ocasiones en las que he consignado título y autor sin más, y ahora hacer esa breve reseña resulta ya poco menos que imposible, porque además solapo unos libros con otros, lo que me lleva a no retener demasiados datos concretos. Para más inri, en la inmensa mayoría de las ocasiones los libros que leo ya no los tengo conmigo, por lo que no me es posible volver a la contraportada o a determinados pasajes que me puedan hacer elaborar esa composición mental que permita plasmar unas cuantas líneas que dejen testimonio. Pero por fortuna estos casos son los menos.

La tercera es usar las bibliotecas. Hasta la fecha no se me ha dado el caso de querer leer un libro con mucho interés y no encontrarlo. Siempre han dado solución a mi problema, si no es una es otra de las que quedan geográficamente cerca de mis movimientos. La obra buscada siempre aparece ahí, y por lo general en un estado de conservación bastante aceptable. También me han prestado libros (sin pedirlos) y las menos de las veces he comprado alguno o lo he regalado a sabiendas de que luego esa acción me permitiría también leerlo a mí.

En lo que respecta a géneros, la novela negra es sin duda la estrella entre mis preferencias, aunque siempre procuro intercalar temáticas y autores para no acabar encasillándome y aburriéndome. He descubierto colecciones que pienso leer en su totalidad si logro acceder a todos los títulos, pero si lo hiciera de forma continuada, probablemente ese mono literario que ahora tengo tan vivo se acabaría en dos telediarios. Siempre es necesario dosificarse.

Por último, una cuestión hasta ahora innegociable era leer los libros en formato físico, como se ha hecho toda la vida. Y digo hasta ahora porque de todos mis principios, este es el que veo más susceptible de ser variado a medio o largo plazo. No a corto, porque mi poder adquisitivo no me permite en estos momentos adquirir un libro electrónico, pero sí a medio o largo si logro liquidez (y si el precio no es abusivo) y si consigo saber previamente (aunque sea por encima) cómo funcionan esos cacharros (ya he tenido en mis manos fugazmente alguno).

Creo que este blog recién inaugurado puede ser un buen lugar para la exposición sin condiciones de las impresiones acerca de los libros que voy leyendo, siempre que la pereza lo permita. Venía hasta ahora haciéndolo en el espacio de Fotolog, pero la limitación del texto a 1500 caracteres ya me había dado algún que otro problema que "corta mucho el rollo". Lo iremos viendo.