lunes, 15 de octubre de 2012

Lectura


Una de las actividades que más me distrae actualmente de mis miserias es la lectura. Siempre ha sido una afición que me ha acompañado, pero nunca con tanta asiduidad como en los últimos doce meses, una vez que finalizó mi proceso opositor. En ese periodo he devorado casi medio centenar de libros, unos con mayor interés o habiendo sido buscados de forma más concienzuda que otros, pero sin descartar en general nada que cayera en mis manos.

Son varias las manías de las que vengo haciendo gala dentro de este entretenimiento. La primera y más importante es el hecho de no dejar sin terminar ningún libro que haya empezado. Ello me ha costado muchas veces tener que soportar momentos de un tedio considerable, pero al final siempre acaba mereciendo la pena. Terminar un libro que ha sido duro es vencer a la adversidad y es cobrar fuerzas y ganar moral para otros obstáculos que la vida pone en el camino. Así lo veo y por ello trato de actuar en consecuencia. Muchas veces, además, lo que amenazaba con ser insoportable se torna de repente en algo llevadero e incluso interesante, que de no ser por el propósito y receptividad iniciales, no acabaría descubriéndose nunca.

La segunda es dejar constancia de alguna forma de lo leído. Conlleva una disciplina que en estos días no tengo, y por ello no son pocas las ocasiones en las que he consignado título y autor sin más, y ahora hacer esa breve reseña resulta ya poco menos que imposible, porque además solapo unos libros con otros, lo que me lleva a no retener demasiados datos concretos. Para más inri, en la inmensa mayoría de las ocasiones los libros que leo ya no los tengo conmigo, por lo que no me es posible volver a la contraportada o a determinados pasajes que me puedan hacer elaborar esa composición mental que permita plasmar unas cuantas líneas que dejen testimonio. Pero por fortuna estos casos son los menos.

La tercera es usar las bibliotecas. Hasta la fecha no se me ha dado el caso de querer leer un libro con mucho interés y no encontrarlo. Siempre han dado solución a mi problema, si no es una es otra de las que quedan geográficamente cerca de mis movimientos. La obra buscada siempre aparece ahí, y por lo general en un estado de conservación bastante aceptable. También me han prestado libros (sin pedirlos) y las menos de las veces he comprado alguno o lo he regalado a sabiendas de que luego esa acción me permitiría también leerlo a mí.

En lo que respecta a géneros, la novela negra es sin duda la estrella entre mis preferencias, aunque siempre procuro intercalar temáticas y autores para no acabar encasillándome y aburriéndome. He descubierto colecciones que pienso leer en su totalidad si logro acceder a todos los títulos, pero si lo hiciera de forma continuada, probablemente ese mono literario que ahora tengo tan vivo se acabaría en dos telediarios. Siempre es necesario dosificarse.

Por último, una cuestión hasta ahora innegociable era leer los libros en formato físico, como se ha hecho toda la vida. Y digo hasta ahora porque de todos mis principios, este es el que veo más susceptible de ser variado a medio o largo plazo. No a corto, porque mi poder adquisitivo no me permite en estos momentos adquirir un libro electrónico, pero sí a medio o largo si logro liquidez (y si el precio no es abusivo) y si consigo saber previamente (aunque sea por encima) cómo funcionan esos cacharros (ya he tenido en mis manos fugazmente alguno).

Creo que este blog recién inaugurado puede ser un buen lugar para la exposición sin condiciones de las impresiones acerca de los libros que voy leyendo, siempre que la pereza lo permita. Venía hasta ahora haciéndolo en el espacio de Fotolog, pero la limitación del texto a 1500 caracteres ya me había dado algún que otro problema que "corta mucho el rollo". Lo iremos viendo.

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