martes, 28 de mayo de 2013

Los hermanos de la costa

Explotando el filón de esa revista de la que hablaba cuando hace una semana comentaba mis impresiones sobre Petra Delicado, decidí también echarle el ojo a otro autor de novela policíaca que ahí se citaba, llamado Juan Bolea. Aquí si que la incursión era totalmente a ciegas, porque de Petra Delicado sí tenía alguna vaga referencia, al menos me sonaba el nombre aunque no consiguiese recordar exactamente de qué, pero a Juan Bolea no lo había escuchado en mi vida. El que yo pensaba hasta hace unos días que era su primer título, 'Los hermanos de la costa' (2005), estaba en una biblioteca cercana, y aunque bastante tiempo después, al final me decidí a sacarlo y a leerlo.

Esta obra que ha caído en mis manos es de Ediciones B, y no se ofrece absolutamente ninguna información sobre Juan Bolea por ninguna parte dentro de la misma, ni siquiera esa breve biografía que suele aparecer en las novelas. Como tengo muy malas experiencias últimamente a la hora de buscar cosas de libros por Google, estaba decidido a no hacer ninguna incursión por esa vía, pero dado que la historia me ha acabado gustando, al final he caído en la tentación y he conseguido salir indemne, al menos por ahora. Resulta que Juan Bolea está considerado un referente importante en la novela negra en castellano, y nació en Cádiz, y este no es en realidad su primer título, sino el primero de la serie de la subinspectora De Santo, que va ya por su quinta entrega: casi nada.

Martina de Santo trabaja en Homicidios de la policía de Bolscan y es destinada a la investigación de un asesinato cometido en el pequeño pueblo costero de Portocristo. Tirando del hilo se dará cuenta de que son varias las muertes que se han producido en extrañas circunstancias, y sobre estos hechos van girando estas poco más de 400 páginas, que mantienen un nivel de acción considerable en todo momento y que he podido ventilarme en apenas cuatro días sin demasiado esfuerzo.

Algo que sí que no he querido buscar ha sido el origen de los dos topónimos principales, Bolscan y Portocristo. Entiendo que son lugares imaginarios, pero lo cierto es que no lo sé. Es posible que se refiera a ciudades reales y que solo haya cambiado los nombres, puesto que en algún momento aparece también citado expresamente Madrid. En cualquier caso, es un detalle menor. Particularmente me gusta más que los lugares sean reales, pero en el supuesto de que estos no lo sean, ello no es obstáculo alguno para que la novela cuaje igual.

El personaje de Martina, sin duda el principal, está muy bien trazado. Quizá se le atribuyen unos poderes detectivescos demasiado elevados teniendo en cuenta la época y el contexto de lo que se cuenta, pero resulta interesante. Todos los personajes, en general, están muy conseguidos: el inspector Buj, el comisario Satrústegui, los habitantes de Portocristo del primero al último... Incluso uno con claro tinte secundario como Carlos Martel es recreado con todo detalle. De algunos se da una información excesiva, que luego no tiene influencia alguna en la trama, pero que quizá sea importante en libros sucesivos.

El estilo en general de Juan Bolea podríamos calificarlo de ceremonioso. Sus descripciones son densas, el uso del calificativo y del sustantivo especializado llega a ser casi un abuso, pero su dominio de la escritura es francamente admirable. Da gusto leer y aprender vocabulario nuevo en abundancia, en este caso en su mayoría sobre el campo de la pesca y el mar, pero también sobre algunas otras cosas. En fin, es una forma de contarnos las cosas que a mí me engancha, y que de momento es lo que más pesa a la hora de decidirme a seguir leyendo esta saga. Se nota además que se ha documentado convenientemente (lo narrado se desarrolla a finales de 1983), y que no ha escrito una novela por escribirla, sino que se lo ha currado y mucho. No quiero decir con esto que otros escritores no lo hagan, obviamente, pero quizá Juan Bolea utiliza con mayor acierto esta baza.

Una última cosa que me gustaría apuntar es el recuerdo que me han traído algunos pasajes a 'La playa de los ahogados' de Domingo Villar, novela posterior que tan grata impresión me causó. En general son libros muy diferentes, pero la aparición de los cadáveres en la playa es algo que te hace asociar muchas cosas.

Afortunado descubrimiento pues el de este autor. La segunda novela se llama 'La mariposa de Obsidiana' (2006), y estoy seguro de que caerá pronto en mis manos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mensajeros de la oscuridad

A veces una simple revista colocada en una sala de espera es el origen de una gran lectura. Y no por la revista en sí, sino por cualquier artículo perdido en el interior de la misma.

Estoy hablando de hace varios meses. No recuerdo ni cuál era el título, pero sí que era una publicación periódica especializada en algo. En una de sus páginas se hablaba de determinados premios literarios que se habían concedido, y entre los de años anteriores, figuraba una novela de Alicia Giménez Bartlett (foto de la derecha) perteneciente a la saga de Petra Delicado, que tampoco recuerdo cuál era. El caso es que me picó la curiosidad y decidí tirar del hilo, me fui al primer título, 'Ritos de muerte' y lo saqué de la biblioteca. Disponiendo como dispongo de tiempo, y siendo como es el género policiaco el que más me gusta con diferencia, creo que siempre que se pueda hay que empezar por el principio, para situar a un autor y a unos personajes dentro de un contexto total y poder disfrutar de sus series con absoluta plenitud. Así se hace televisivamente (aunque es mucho más fácil, obviamente, y más con todos los medios que tenemos a nuestro alcance hoy en día): no se suele empezar a ver una serie por un capítulo de la mitad, sino por el primero , por lo que con los libros intento hacer lo mismo.

Y así asistí en 'Ritos de muerte' al nacimiento de la inspectora Petra Delicado y de su ayudante, el subinspector Fermín Garzón, que le sirve de magnífico contrapunto. De forma casual, ante la falta de personal en la comisaría, su superior Coronas les encarga la investigación de un asesinato a estos dos policías, novatos por completo en estas lides.

Al poco de comenzar a leer me alegré de mi decisión. El libro me resultó interesantísimo. Lejos de los medios y del espectáculo que proporcionan otras novelas de asesinatos, la relación de curiosa amistad surgida entre los protagonistas y las disquisiciones de Petra me engancharon irremediablemente. El retrato que la autora consigue de ambos, además, está dotado del grado justo de profundidad: una mujer que viene de vuelta, con dos divorcios a sus espaldas, por un lado; y un rudimentario viudo de gran corazón, por otro.

Así, al poco conseguí hacerme, en mis albores de la lectura electrónica, con 'Día de perros', segunda entrega, que consolida plenamente a esta pareja de agentes tan peculiares, y que recomendé en su día y sigo haciendo a todos aquellos que cuentan con la compañía de un can en sus vidas, ya que la documentación de la autora en este sentido es notable y engrandece muchísimo a este animal doméstico.

El tercer título, 'Mensajeros de la oscuridad', lo vi a un precio muy razonable en una librería de segunda mano y no dudé en hacerme con él, siendo el objeto principal de este texto, ya que acabo de terminarlo esta misma mañana.



Petra Delicado aparece por orden de arriba en un programa de televisión, ilustrando el día a día de un policía. Ello le sirve a alguien para tomarla por destinataria de un envío muy curioso: un pene convenientemente seccionado a su dueño y perfectamente conservado en formol, al que sucederá, otro, y otro... Las pesquisas llevarán a Petra y a Fermín, muy perdidos al principio, a adentrarse en el mundo de las sectas, para cuyo recreo, esta mujer de Almansa llamada Alicia Giménez Bartlett demuestra una vez más haberse documentado de manera ejemplar, como desvela en el apartado final de agradecimientos.

En conjunto, la novela cumple un lugar perfecto y muy homogéneo en la serie. Así como en otras sagas, habiéndome dejado todas un buen sabor de boca, podía ser capaz de decantarme por una obra antes que por otra en mis preferencias, las tres que llevo hasta ahora de Petra Delicado están en un nivel muy muy similar en ese aspecto. La primera me gustó, la segunda me gustó igual, y la tercera me ha gustado igual, ni más ni menos. No sé lo que sucederá a partir de ahora, pero confío en descubrirlo más pronto que tarde.

La sensación de equilibrio es constante de principio a fin. No da para verse uno desbordado por una impresionante fascinación, pero sí para mantenerse leyendo con sana curiosidad en todo momento, en pos de ese avance en la búsqueda que a veces parece demorarse, de esa nota cómica de Garzón, de esa reflexión o frase brillante de la inspectora ("Enfados, desencuentros, piques, reconciliaciones, batallas soterradas... Esta historia de las relaciones humanas no tiene remedio")... Y así se pasan 266 páginas en tres viajes de ida y vuelta de tren de cercanías, con ese pequeño giro en el momento justo del relato también.

Acaba de sucederme algo bastante ingrato mientras buscaba en Google un dato para aportarlo a esta reseña: el primer resultado que me ha arrojado, sin ni tan siquiera pinchar en el enlace, contenía lo que a todas luces parece un destripe (eso que ahora los entendidos llaman 'spoiler') absolutamente descomunal. Y tras el cabreo inicial, ahora no hace sino aumentar las ganas de seguir profundizando en una saga que se prolonga hasta nuestros días: este mismo año 2013 ha tenido lugar la publicación de 'Nadie quiere saber', la que hasta hoy es la novena entrega de una serie traducida ya a otros idiomas y que en su día incluso hicieron serie de televisión con Ana Belén y Santiago Segura en los papeles protagonistas, algo a lo que prefiero mostrarme totalmente ajeno.

No me queda pues más remedio que sacar 'Muertos de papel' (2000) de la biblioteca, que ya la tengo localizada, y ver en qué punto exacto llega eso de lo que lastimosamente me he enterado antes de tiempo.

viernes, 10 de mayo de 2013

La otra vida

(No me ha dejado subir fotos, no sé por qué. Lo seguiré intentando).

Mi amiga @Carmen_Quiros, propietaria de ese sitio tan personal y coqueto llamado El rincón de Carmenflower, quería desprenderse de este libro. Había empezado a leerlo, pero al llegar a determinada página (no sé exactamente cuál), pensó que se iba a convertir en un suplicio y decidió que no quería sufrir sin necesidad. Anunció en su espacio que lo regalaba, y yo, la verdad, no conocía más que el título y poco más, pero previendo que podía merecer la pena hacerme con él, me postulé como destinatario de dicho regalo.

De entrada tengo que decir que todo intento de teorizar sobre lo que nos espera después de la muerte me ha parecido siempre un acto de valentía. Habrá quien diga que es bastante fácil, porque se escriba lo que se escriba, nadie tiene argumentos para contradecirlo, pero para mí no es nada fácil. En este caso, además, la autora no se queda solo en ese enfoque, sino que tira en la medida de sus posibilidades de originalidad y nos ofrece una novela con muchos matices, donde la trama policial, por ejemplo, cobra también cierta importancia, aunque sin llegar a ser, obviamente, una historia que pudiera clasificarse en ese género.

Todo comienza con la violación y asesinato de Susie, de 14 años, a manos de un vecino. La chica comienza narrando ese último episodio de su vida y luego sigue contándonos todo lo que hay después, tanto en el cielo al que es enviada, como en la Tierra, a cuyo discurrir sigue asistiendo de forma privilegiada. Pocos narradores podrán por lo tanto ser considerados tan omniscientes como Susie, que realmente lo ve todo de todo el mundo, tanto lo que hacen como lo que piensan y sienten, sin añadir nada de su cosecha como suele suceder, por lo que el concepto cobra aquí todo su sentido.

Susie asistirá sin poder intervenir, y con ella todos nosotros, al comportamiento en su ausencia de sus seres queridos: su padre, Jack, y sus sospechas hacia el criminal; su madre, Abigail, y la nueva visión de su matrimonio; sus hermanos (Lindsey, apenas un año menor que ella, con su "síndrome del muerte andante", y el pequeño Buckley, que se entera de poco) y su abuela, Lynn, en el papel de superabuela por excelencia. Contemplará con mucho interés las investigaciones policiales a cargo del detective Fenerman, y será testigo de la forma en que el señor Harvey, su asesino, trata de eludir responsabilidades, y con todos esos ingredientes se forma una historia que posiblemente tenga mucho de autobiográfico, a juzgar por la presentación de la autora que se nos muestra en la edición de DeBolsillo que Carmen me regaló.

(OJO POSIBLE DESVELO DE TRAMA EN ESTE PÁRRAFO) No obstante, casi 330 páginas me han parecido demasiadas para lo que aquí se cuenta. Tras una primera parte intensa y que va sorprendiendo para mejor a cada instante, la cosa se estanca un poco a partir del capítulo 10, con pasajes que en mi opinión son perfectamente prescindibles por su nulo aporte a la historia, y pese a que parece que va a resurgir dignamente un par de veces, acaba por marcarse un final bastante desafortunado en mi opinión, que hace que, en conjunto, y pese a que en líneas generales puedo decir que me ha gustado, no vaya a recordarla seguramente con entusiasmo.

(AQUÍ YA NO DESVELO TRAMA) También querría comentar que no me ha parecido una historia para nada lacrimógena. Por supuesto que es muy triste lo que sucede, pero creo que la autora trata de huir de la visión conmovedora y es uno de sus mayores logros a la hora de retratarnos la situación. Obviamente, luego está la sensibilidad de cada lector y cómo le afecten determinadas circunstancias, pero yo, que ya he llorado con unos cuantos libros en mi vida, me parapeté con el paquete de pañuelos de papel por si acaso, y ni siquiera he llegado a sentir remotamente la posiblidad de tener que utilizarlo, pese a conseguir estar bastante concentrado en la historia.

Otra gran virtud en mi humilde opinión es que Alice Sebold consigue transmitirnos en todo momento una imagen del cielo como algo lleno de magia. Yo, que confieso que a esto de la muerte y saber qué hay detrás siempre le he tenido muchísimo respeto, no tendría ningún miedo a morirme si tuviese la certeza de que todo es como ella lo cuenta. Y para conseguir ese enfoque no ha necesitado fabricarse un Edén, ni mucho menos: ya lo veréis a medida que vayáis profundizando en la lectura.

En definitiva, una novela original, muy intimista por momentos, pero que se queda un escalón por debajo de ser una gran historia, lo que no quiere decir que no sea una lectura recomendable para todo aquel que alguna vez se haya planteado qué hay después de todas las miserias de nuestra existencia.

Me gustaría cerrar este texto sobre el libro aportando algunos pequeños pasajes que he ido recopilando durante la lectura, y también ampliando información acerca de por qué el final me ha parecido lo que me ha parecido, así que si tenéis pensado leer el libro os aconsejo que dejéis de leerme a mí aquí, y luego vengáis cuando ya os lo hayáis leído.

"Durante tres noches no había sabido cómo tocar a mi madre o qué decirle. Nunca se habían sentido desesperados al mismo tiempo. Por lo general, uno necesitaba al otro, nunca se habían necesitado a la vez, y por tanto había habido una manera, tocándose, de tomar prestadas las fuerzas del más fuerte" (página 25).

"Si dejas de preguntarte por qué te han matado a ti en lugar de a otro, y dejas de investigar la sensación de vacío que ha dejado tu muerte, y de preguntarte qué siente la gente que has dejado en la Tierra, entonces podrás ser libre. En otras palabras, tienes que renunciar a la Tierra" (página 125).

"[Abigail] necesitaba que Len expulsara de ella a su hija muerta" (página 156).

"Era más fácil echar la culpa a alguien que sumar las cifras cada vez más elevadas de lo que había perdido" (página 162).

"Cada vez que esos desconocidos pronunciaban mi nombre yo sentía como un alfilerazo. No era la agradable sensación que experimentaba cuando lo decía mi padre [...]. Era la sensación de ser resucitada y enterrada a la vez dentro del mismo aliento" (página 223).

"Nadie podía haber previsto cómo mi muerte iba a cambiar pequeños instantes en la Tierra" (página 230).

"-Entonces, si te dijera que Susie ha estado en la habitación hace diez minutos, ¿qué dirías?
-Diría que estás loco y que seguramente tienes razón" (página 281).

Decía antes que el final me parece bastante desafortunado. Y me lo parece porque resulta demasiado terrenal, teniendo en cuenta la clave espiritual en que se van desarrollando hasta ese momento los pensamientos de Susie. Esa "segunda oportunidad" que se le concede, y el hecho concreto para el cual la aprovecha (teniendo en cuenta además lo traumático de una situación similar previa), me parece un completo sinsentido, y creo que hace que la historia se abandone a algo absolutamente tópico, trivial, facilón... cuando la historia no necesitaba para nada eso. Supongo que todo viene por el hecho de querer darle un final contundente, pero paga un precio demasiado alto. Naturalmente es mi opinión.

jueves, 2 de mayo de 2013

Ramiro Pinilla: Aquella edad inolvidable

Me quito el sombrero ante Ramiro Pinilla. A sus 89 años aún goza de una fantástica frescura que le permite escribir novelas tan emotivas como 'Aquella edad inolvidable', que vio la luz en abril de 2012, y que tuve el gusto de leer hace unos meses.

No conocía nada del autor. Llegué a este libro, como a tantos otros, completamente de casualidad: buscando información en Google sobre el Athletic, dentro de las investigaciones que hago para mis recopilaciones de trayectorias, uno de los resultados era esta noticia de El País.

Solo leí un poquito por encima y apunté el libro entre mis futuribles, hasta que por fin me he podido hacer con él.



El protagonista de la historia es Souto Menaya, un futbolista vasco de la década de los cuarenta que recibe la oportunidad de dejar su trabajo como albañil para jugar en el Athletic. Por las indagaciones que he podido hacer, se trata de un futbolista que realmente no existió. No es que se haya querido contar la historia de alguien cambiando nombres y situaciones (de hecho el resto de futbolistas de la época, como Zarra o Gaínza, aparecen tal cual), sino que realmente el autor lo ha ideado y lo ha situado en ese contexto histórico, que aún recuerda bien, en el que el franquismo también metía mano, como en todo, en el fútbol. Souto Menaya, apodado 'Botas', conoce la cara y la cruz de la profesión y deja que el fútbol gobierne y condicione completamente su vida, la de sus padres y la de su pareja, Irune... Y ahí me paro.

'Aquella edad inolvidable' es la novela soñada. Hasta la fecha es la mejor combinación que he conocido entre literatura de verdad y fútbol. Había leído libros de fútbol sobre historias de equipos, biografías reales de jugadores o hechos concretos narrados desde un punto de vista amplio, pero nunca había leído una novela protagonizada por un futbolista y con el fútbol como eje vertebrador. Y el resultado es fantástico, totalmente recomendable a futboleros de cualquier época y condición (al margen de sus colores) y también a no futboleros, porque el componente moral y familiar que encierra hace que consiga llegar con facilidad a todo el mundo.

Os quiero dejar un fragmento que me ha parecido muy interesante y que sirve tanto para hacerse una idea del libro como perfectamente para extrapolarlo al fútbol actual. Está ya en una parte bastante avanzada de la narración, por lo que recomendaría no leerlo si tenéis pensado haceros con la novela, y sí venir después para comentarlo. Está puesto en boca de Cecilio, el padre de Souto Menaya.

"Al pobre chico lo envían con este iribio, ¿y qué va a hacer él? Cobra un sueldo de ese papel Marca empeñado en que sueltes que metiste ese gol con la mano, cosa que ni a ti ni a mí ni a nadie se nos había ocurrido pensar. ¡Claro que no lo metiste con la mano! ¿Tenemos que empezar a preguntarnos si lo metiste o no con la mano porque a ellos se les ponga en los cojones? [...] Tienen fotos pero ninguna canta. ¡Que nos dejen en paz!".

He intentado indagar un poco sobre la figura de Ramiro Pinilla y he encontrado esta buena y amplia entrevista, por si tenéis curiosidad. Al parecer se trata de un intelectual que no está muy bien considerado por una parte del nacionalismo vasco; concretamente, Iñaki Anasagasti lo pone a parir en su blog en esta entrada de hace unos años.

Esta es la ficha del libro en la Biblioteca Pública Provincial de Málaga, que me ha permitido hacerme con él.

Tiene 226 páginas y está editado por Tusquets, dentro de la colección Andanzas. Me lo he leído en tres días, aunque perfectamente podría habérmelo terminado en dos de no haber sido por el sueño.