viernes, 18 de enero de 2013

Intocable

Iba yo a trabajar por la mañana temprano. Tuvo que ser en enero o febrero, porque aún vivía en mi antigua casa, pero no sabría decir el día exacto. Al encarar el paso de peatones, en la zona publicitaria del kiosco apareció este cartel:


Sin ser muy cinéfilo, supe que quería ver esa película. Y me empeñé en no saber nada más de ella, como de costumbre, hasta poder hacerlo. No obstante fue inevitable que me llegase algún eco, en forma de 'historia de amistad', que no enturbió la fantástica impresión que me causó (a partir de aquí, destripo, aunque poquito).

La vi en el cine y lloré, mucho. La volví a ver hace un par de días y volví a llorar. La capacidad de relacionarse de dos personas que no tienen aparentemente nada que ver entre sí, que en circunstancias normales jamás podrían haber llegado a conocerse... El hecho de que entre ellas consiga crearse un vínculo tan enorme e indestructible hace de esta historia algo con un toque mágico que me cautiva por completo. Y este cartel sabe sintetizarlo muy bien.

Algunas escenas son francamente memorables, como la reacción de Driss en el teatro o ese viaje final que acaba con el cómico afeitado de Philippe, y que me asustó mucho ya que me dio por pensar que se avecinaba un suicidio...

Cierto es que a no todo el mundo le ha cautivado la película. La irreverencia inicial de Driss puede poner de los nervios, pero es necesaria para poder entender su evolución como persona al lado de Philippe, que se refleja en la forma de pedir al conductor aparcado en doble fila que retirase su vehículo.

Las interpretaciones de François Cluzet y de Omar Sy son enormemente meritorias, especialmente la del primero. También la banda sonora es un punto a favor, con piezas tan lindas como esta:


En definitiva, una gran película que recomiendo encarecidamente y que a buen seguro volveré a ver una tercera vez.

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