lunes, 14 de abril de 2014

El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea

Este mismo mes ha sido publicado en España "El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea". Leí de pasada una mención suya en un diario local y acabó cayendo demasiado pronto en mis manos, por lo que ante lo llamativo del título y su no excesivamente extenso número de páginas decidí hacerle hueco ya.

Romain Puértolas, su autor, es un francés de raíces españolas que debuta con esta novela en la que un faquir indio llega a Francia en busca del último modelo de cama de clavos desmontables para transportarla luego a su país. Su viaje tiene fecha de ida y vuelta, pero una serie de avatares provocarán un inevitable cambio de planes a lo largo del cual le sucederán toda clase de inexplicables aventuras.

La editorial Grijalbo ha apostado por esta historia de gran éxito en el país galo y que ya tiene un compromiso para ser llevada al cine. Y sí, es cierto que las carcajadas están aseguradas. Quizá un tanto forzadas algunas por el autor o por las situaciones que va describiendo, pero nos encontramos ante un relato muy divertido, con nombres que dan para decenas de pronunciaciones diferentes, personajes rocambolescos y muy caricaturizados e incluso un pequeño libro dentro del grande.

Pero en mi opinión nada más.

Cuando terminé la obra me dio por leer ya con detalle esa mención de la prensa (que resultó ser una reseña con entrevista al escritor incluida), y francamente, asombra mucho el éxito que está cosechando. Pero sobre todo, asombra (destripes escandalosos aparte, que me reafirman en mi convicción de que no hay que leer nada de este tipo antes de enfrentarte a un libro si no quieres acabar absolutamente condicionado) que sirva como herramienta para teorizar sobre el fenómeno de la inmigración ilegal, y que sea el propio Puértolas quien alegremente compare a su faquir con "Don Quijote, el Lazarillo y el Gurb de Mendoza" (?). Es evidente que ni su sátira llega aún al nivel de la del brillante autor barcelonés (igual sí con el tiempo, pero no ahora) ni su personaje alcanza el nivel de profundidad de dos clásicos entre los clásicos. Entiendo que haya que decir cosas para vender o para llamar la atención de la gente, pero dentro de un orden, sin pasarse, porque entonces, entre lectores inquietos, que no solo se preocupan por abrir el primer best-seller que les llega a las manos, se corre el riesgo de producir el efecto justamente contrario.

En definitiva, una lectura que cumple bien con su propósito de entretener, pero todo el que espere, intente o afirme ver en ella una intención mayor, o bien es el propio autor como maniobra de persuasión innecesaria, o bien exagera, o bien no tiene costumbre de enfrentarse a lecturas realmente pretenciosas.

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