viernes, 18 de octubre de 2013

Cita con nuestro Jaritos de siempre

Es 1 de enero de 2014 y los países europeos en los que más fuerte ha pegado la crisis se desmarcan del euro. Grecia vuelve a los dracmas, Italia, a las liras, y España, a las pesetas. Este es el imaginario escenario en el que nos sitúa Petros Márkaris en el primer capítulo de su 'Pan, educación, libertad', octava novela de la serie del comisario Kostas Jaritos y tercera de la denominada "Trilogía de la crisis", a la que precedieron 'Con el agua al cuello' y 'Liquidación final'.


Como ferviente seguidor de esta colección de buenas historias policiacas, aguardaba con ansia la aparición de este volumen. De hecho es uno de los pocos libros que en los últimos tiempos he esperado a conciencia que salga para comprarlo, sin recurrir a bibliotecas u otros medios. Y debo decir que, muy posiblemente a consecuencia de esa expectación, me he quedado con ganas de más. No digo que sea peor que las anteriores, ni mucho menos, pero sí quizá más corta, o un poco menos elaborada, o demasiado futurista con ese planteamiento del cambio de moneda que parece que por ahora no se va a dar en la realidad, si bien hay que tener en cuenta que el original griego de Márkaris es de 2012 y esa opción no le debió parecer tan descabellada. De hecho no lo es, solo que parece improbable ya que se dé dentro de dos meses y medio. Por lo menos en España.

Estamos ante 253 páginas que me he devorado casi en una sentada, acostumbrado a que la mayoría de las otras entregas estuvieran cercanas a las 400. Jaritos sigue describiendo al detalle todas sus rutas atenienses calle por calle, lo que le sirve para ilustrarnos acerca de dónde se dan las principales manifestaciones. Sigue con su Seat Ibiza que jubiló al Mirafiori, sigue lidiando con Guikas (su jefe directo) y con los periodistas, y sigue entreteniéndose leyendo el diccionario de Dimitrakos. Sigue adorando a su hija Katerina y formando un tándem perfecto con su esposa Adrianí (que precisamente es así de perfecto en parte por las desavenencias que tienen), una circunstancia que rivaliza en interés con las tramas policiales propiamente dichas y que cuando estas pueden resultar algo más flojas, como sería el caso de esta entrega, incluso las supera. Sigue, en definitiva, en esto y en algunas cosas más, siendo todo como las veces anteriores, lo que constituye una buena noticia ya que precisamente, al menos en mi caso, eso es lo que los lectores tendemos siempre inconscientemente a volver a buscar.

En una visión muy personal, creo que en esta ocasión Márkaris, sin dejar de retratar la caótica situación que nos asola (que lo sigue haciendo sin tapujos), ha querido también vendernos un mensaje un poco más optimista. No sé si porque realmente él tiene esa visión, o porque cree que necesitamos que no todo sean malas noticias una detrás de otra. Y para transmitir ese halo de ligera esperanza ha tirado de dos pilares básicos en el génesis de todo ser humano: la familia y la amistad. Así, por una parte, la forma en que se mantiene unida la familia Jaritos para afrontar los recortes es envidiable, teniendo en cuenta además que a ella se suman en esta ocasión nuevos miembros. Y por otra, la amistad se llama Lambros Zisis. Es destacable el peso específico que ha adquirido este personaje con el paso de los años, partiendo de una relación con Jaritos que comenzaba en circunstancias muy difíciles, y llegando a convertirse en una especie de mentor para Katerina ('tío Lambros' le llama).


Podría entrar mucho más en detalle en los aspectos que he comentado, pero para eso desvelaría inevitablemente trama, y ya sabéis que eso no me interesa. Para quien ha venido siguiendo a Jaritos desde sus inicios, esta novela es obligatoria, sin más. Para quien llegue a él por primera vez, le va a tener más cuenta empezar a leerlo desde el principio, o al menos, afrontar las dos novelas anteriores de la trilogía de la crisis, que cité al principio. Si es aficionado al género le merecerá la pena con toda seguridad.

Por mi parte, seguiré esperando nuevas aventuras de Jaritos, aunque desconozco si Márkaris, próximo ya a cumplir 77 años, estará por la labor. Si no llegan, siempre nos quedará la oportunidad de volver a releer lo publicado, para descubrir nuevos elementos.

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